viernes, 27 de noviembre de 2015

DOS OPCIONES.


D e s e s p e r a d a m e n t e 
tenía dos opciones para probar mi suerte: Jugar a la ruleta rusa, o, confiar en algún adivinador agraciado que ha obtenido el fruto del “don divino”.
Llegamos a un sitio lo suficientemente ocultista, indescifrable y de aspecto ilegal. Muchas mujeres que decidieron acompañarme hacían a la clarividente incógnitas preguntas sobre su vida; yo, aun me encontraba intranquila y exaltada, puesto que la preocupación que me agobiaba era severa.
Cuando sin decirle nada a la clarividente empezó a divulgar secretos de mis conductas cotidianas, en su entrecejo comenzó a brotarse un círculo de color rojo intenso, y fue ahí, que pude comprender que se trataba de la manifestación del tilaka; adorno corporal de procedencia hindú, símbolo de la sangre, la fuente de vida y energía, que también provee intuición, fuerza y conocimiento. Ella concluyó denominándolo como la exhibición del embrión, pero aun así no podía precisar si dentro de mi cuerpo ya navegaba y palpitaba un corazón.
Prontamente, sentí mi cuerpo incontrolado por la hipnosis con la que ella me dominó sin yo poderme refugiar. Cuando volví en sí, toda mi periferia se había transformado a la equivalente perspectiva de un planeta futuro y evolucionado; cielo de tonos azules loables, perros callejeros que pasaban por la calle caminando en dos patas, pájaros ciegos que podían navegar con confianza a través del viento.
El consejo a la solución de mi desasosiego también se basaba en dos opciones; encontrarla conociendo a mi cuerpo de afuera hacia adentro o buscando alteraciones científicas.  

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