En mis pocos logros como investigadora, ahondé en cómo promover la paridad de género en un salón de clases con la finalidad de establecer una identidad social, ya que me encontraba enseñando a adolescentes mujeres. Para ello, realicé algunas encuestas en mi contexto sobre la feminidad. Empecé con la pregunta ¿qué significa ser femenina en la actualidad? A lo que varias me respondieron: ser justa, estar empoderada, ser una misma, no quedarse callada, ser críticas y en definitiva, muchas ideas puntuales que concluyen en obtener un pensamiento fuerte y moldear una homogeneidad.
Muchos antónimos pueden verse reflejados en lo femenino: fragilidad, complejidad, sensualidad, sumisión, el centro del mundo, materialismo, inseguridad, etcétera. En realidad eso podemos ser también, pero el que la naturalidad de lo femenino implique vulnerabilidades o egos, no hace parte de una reflexión o percepción en contra de una evolución frente a la postura que hemos venido desenvolviendo en el último siglo dentro de una sociedad. Siempre me he dicho que a pesar de todo, es un privilegio ser mujer en la actualidad, poder escribir esto sin tener a un estado, o una religión encima privándome de mis derechos.
Femenina, para mí, parte entonces de construir una propia identidad, una equivalencia, más allá de lo que está permitido o no, no hay necesidad de ajustarlo a los estándares ya establecidos, es complementarse a sí misma, no complementar al contexto.
Preguntas reflexivas: ¿lo estoy haciendo por mi o por lxs demás? ¿Quiero complacerme a mi o a lxs demás?
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