miércoles, 11 de septiembre de 2019

Flashback de nous


Penses-tu à moi quand tu vois le sous-vêtement que j'ai laissé dans ton tiroir ?


J'ai mes culottes comptées avec les jours de la semaine. Comme celui de cher, il est devenu acheter des sous-vêtements féminins de qualité et de catégorie, nettement.

Je me rappelle avoir abandonné chez toi celles qui portent ma couleur préférée, dans le tiroir où tu gardes aussi les tiennes. Ce n'est pas un objet rétrospectif que tu vois chaque fois que tu ouvres ce dernier tiroir ?

La complexité véhémente du moment d'extraire des analogies, en considérant que tout objet intermédiaire entre nous deux doit avoir une signification frappante, suggestive et provocante.



jueves, 20 de junio de 2019

The vegetable soup.


"Men won't be happy until he turns you out.
You gotta be their girl. It's the way they want it.
Maybe is biology.

Men are like vegetable soup; we can't put in a plate or eat them off the counter.
So women are the pot. They heat them up, they hold them, they contain them. 

But who wants to be a pot? 

Who the hell said we're not the soup?



Extracto sacado de la serie Mad Men. (S4, Ep 09)

miércoles, 24 de abril de 2019

Warszawa

Egocentrismo del deseo. 

Résultats de recherche d'images pour « Woman in front of a Mirror by Mose Bianchi »

Otro fin de semana a solas admirando la ciudad. Ya era de noche y Antonia andaba peregrinando una y otra vez las mismas calles.
Cuando deambulaba hacía el occidente, se dio cuenta que aquel lugar nuevo estaba rodeado de individuos a la entrada, así que giró de nuevo hacía el oriente y después de un tiempo, decidió entrar al sitio hecho galería de día y un misterio de noche.

Al ingresar, el espacio se plasmaba en oscuridad, ambiente umbroso, pero con tenues luces color naranja. Las personas allí dentro se contemplaban dispersas y a la vez pequeñas, por la gran dimensión del lugar; ella, solo se dedicó a explorar y observar. Apreció demasiadas veces el trayecto de las escaleras, hechas en espiral y conectadas por lo menos con tres pisos. El primero, demostraba ser un ambiente lóbrego, donde la gente bailaba sin pretexto, sin tapujos, contrastando con la vista del segundo nivel. 

Todo resultó convertirse en una apoteosis, apoteosis que se transformó en frenesí, al notar que las personas comenzaron a fornicar sin que nadie se detuviera a mirarlos, insultarlos o separarlos por tal acción en un espacio público. Ello le contrajo a esta mujer, una sensación de nervios.

En el transcurso de la noche tan solo resolvió intercambiar cada tanto de atmósfera. Del primero al segundo, del segundo al primero, olvidándose inconscientemente de la existencia del tercer piso. En uno de esos trayectos, de subir y bajar, su mirada se cruzó con la de un  hombre lo suficientemente atractivo. Su amaneramiento hacía notar su homosexualidad; ello le había quedado claro, hasta que sus miradas no paraban de hallarse y tropezarse alrededor. 

Finalmente, él vino hacía ella con intención de bailar. 
Inexplicablemente y llegando ese momento de moverse homogéneamente, todo se volvió sensorial sin siquiera tocarse. El clima en el contorno se alteró a lo apasionante, transformándose en la manipulación de la acción. Él, bajó la bragueta de su pantalón, haciendo notar que no llevaba ropa interior ya que sobresalía la magnitud de su erección, se puso un preservativo en instantes y ella, enseguida no sintió más necesidad que responder con atributos y seducción; alzándose su falda y demostrándole de igual forma solo estar cubierta por aquella prenda y sus ligueros. Se sostuvo en la superficie de la barra, mientras él la penetraba por detrás con lentitud pero con fuerza, logrando que Antonia no pudiera controlar sus gemidos que lograban escucharse en eco, queriendo ser admirada y resaltar ante todos el cómo estaba siendo deliciosamente follada. 

Toda una provocación. 

Antonia quiso girarse para ver la expresión en la cara del apuesto hombre y en ese momento, vio a lo lejos como una mujer curioseaba su ocasión. Enseguida aquella mujer se levantó y se dirigió hacía ellos; al alcanzarlos, se arrodilló y empezó a lamer desorbitadamente los genitales de ella, mojando con su saliva ese coño sediento de placer, sumergiendo y alejando su lengua de esa cavidad religiosa, logrando que los ojos en Antonia se blanquearan. Al girarse de nuevo, Antonia, se estrelló con otra mujer que sentada frente a la barra, sujetó con sus manos su cara y empezó a besarla, siendo la causante de que sus ojos se cerraran para luego en microsegundos abrirlos y despertar en un cuarto estrecho y extraño.

La luz estaba encendida, las paredes eran del color de las nubes durante el día y el techo como el cielo; se dimensionaba completamente lejos. En todo el centro del cuarto se posaba un colosal proyector cinematográfico y paulatinamente, prendas de vestir en tamaño XXXL tendidas sobre él. Al abrir la puerta del cuarto reflexionó que aun continuaba en el lugar hecho misterio de noche. Salió a un pasillo ininteligible, hasta lograr fijarse que yacía en el tercer piso. Cruzando un recorrido rebosante de taciturna soledad, bajó hasta llegar a la puerta principal, golpeándose con un desmesurado espejo que bloqueaba todo el exterior de la realidad. 

Y aquí estuvo siempre, sola, dentro de su eterno reflejo imaginario, ficticio, simulado, artificial, aparente, postizo, teatral.


martes, 26 de marzo de 2019

Apocalypse




Nevaba afuera. 





La entrada de la casa se encontraba conectada a un túnel que estaba algo atrofiado de tanto hielo y nieve, y por ende, no sabía con exactitud donde quedaba el acceso del pasaje, hasta que, de repente, sentí que mi cuerpo se desprendió del suelo y empezó a caer por una especie de tobogán, donde tampoco podía ver demasiado, porque la nieve caía conmigo. Algunos parpadeos conseguían luz, aunque ésta permanecía muy minúscula. 

En algún punto, yo, empezaba a sentir que caía ya no solo con nieve, sino en compañía de agua, agua que me inundaba y me hacía el transcurso más inquieto al movimiento, hasta que finalmente, la gravedad me detuvo con el líquido, empapándome la ropa de invierno que sin embargo, cumplía su función de ser una indumentaria abrigadora. 

Al no tener ya obstáculo para ver, abrí los ojos y sentada aún en la parte final, pude visualizar la magnitud del tobogán, que parecía venir del cielo, ya que los metros de distancia y su arquitectura en espiral eran inalcanzables de ver desde una perspectiva tan inferior. La luz era increíblemente blanca en ese momento, del color del sol al medio día, pero fluorescente; bien que ello no molestó en absoluto mi vista. 

Me levanté precisando el suelo cubierto de agua, estaba apacible porque se sentía cálida y llegaba solo a los tobillos. Me retiré mi atuendo de invierno y empecé a caminar. Vi la entrada de la casa. Al visualizar el entorno, no estaba sola; habían muchos invitados alrededor divirtiéndose y jugando en el lugar. Me saludaban y yo a ellos, mientras seguía el camino para llegar a casa. Al parecer, era consciente de la estructura del lugar.
Abrí una puerta y al entrar por ella, aparecieron muebles con diferentes tonos marrón, espejos, lámparas extravagantes y decoraciones con paletas de colores excepcionales. 

Volví a recorrer un largo camino y en un mismo nivel de piso, seguía encontrándome con muchos invitados.
Exitosamente, llegué al otro extremo de la casa, abrí otra puerta e inmediatamente pude sentir que esto era lo que buscaba; el balcón. Allí estabas tú, sentado de espaldas, esperando a que yo abriera los postigos de las ventanas. Al hacerlo, vimos el atardecer que dudo mucho algún día pudiésemos ver en el mundo real. El mar estaba frente a nosotros y encima de él, un cielo con tonos lilas, verdes y naranjas, tonos que comenzaron a mezclarse para convertirse en auroras.

Estábamos en casa, en nuestra casa. 

martes, 26 de febrero de 2019

Resaca del enigma

- "Aquello que no es recíproco, no debe forzarse, porque nunca llegará a un equilibrio. Principios básicos de termodinámica para enamoradizos." - J.R.




miércoles, 7 de febrero de 2018

Tan solo una fracción de nosotros.

Podía escuchar minuciosamente las trompetas del sonido que se escapaba de sus audífonos. Enojada al no poder dormir, quise levantarme de la cama, ir al comedor, intentar distraerme y escribir.
Ya de pie y abriendo la puerta, él pausó mis pasos diciendo: - ¿A dónde vas?
- No puedo dormir.
- Pues yo tampoco, ven.
- Estás frío conmigo, iré a escribir. 
- La fría eres tú. Me dijiste hasta mañana y me diste la espalda.
- Te besé ocasionalmente durante la noche y no demostraste en ningún momento lo apacible que eso te hubiera podido hacer sentir. 
- Tus besos me embelesarán perpetuamente, solo disfrutaba hacerme el difícil mientras me besuqueabas a tu antojo. 
Me quedé callada.
... No te quedes ahí parada en el umbral, ven!

Fui de nuevo a acostarme y me cubrió en su lecho. Sus sosegados y cálidos brazos rodearon mi silueta, mientras situaba aquel sonido de Jazz en uno de mis oídos. Me dio un beso en la frente y prontamente su ternura se abandonó a la concupiscencia de consumirme con la fruición elocuente de todo su ser.


miércoles, 5 de julio de 2017

Make her feel like Expensive Art ♥

En muchas películas y en la vida real, he escuchado la frase comúnmente más llamativa sobre el poder y el secreto que tiene el amor a la hora de adentrarnos en el vocabulario, desarrollo y satisfactoria experiencia sexual.
La vida en plena juventud nos puede estimular en enormes cantidades frente a enseñanzas y pasiones de lo que significa el sexo, pero cuando se trata de monogamia, el significado es incandescentemente subjetivo e inexplicable.
Un previo juego y contacto sexual, que se siente y percibe como un piano de Chopin, como el gemido alto de un cantante de soul, la pausa rasguñadora en cada segundo de un rocksteady, el sonido de un dub reggae, el suspenso del bajo en una canción de post-punk. En síntesis, un rompecabezas profundo. 

Me encanta jugar con fuego, lo sé, tengo la osadía de ser descarada en muchos aspectos sin importar las consecuencias futuras en mi propia vida. Y hablo un poco de mi, por la mentira de monogamia que solía pensar que conservaba en mi relación de casi dos años, alterada con mentiras, discusiones y traiciones. Aun teniendo esas inmensas virtudes en medio de una relación, hay un tacto sexual adictivo que no puedo dejar y eso ocurre con más frenesí y deseo justo después de cierta lejanía, cuando no puedo evitar sentir entre mis manos su sexo que pareciera querer atraparme con su magnetismo a cada intempestivo. Provoco. Me encanta el plan. Se voltea, se abalanza sobre mi hasta desvestirme y devorarme apenas con su boca y sumergirme en su saliva, luego, sus manos peregrinan todo mi cuerpo hasta no aguantar más sus ganas de penetrarme.

Qué ceremonia.

La pericia se me ha desbordado al momento de sentir sus manos tan abiertas agarrándome la espalda y empujando su sexo hacia mi lentamente y creciendo su velocidad, algo se ha roto desmesuradamente en mi placer, tanto, que he empezado a sentirme dueña del exacto universo, esa sensación de sentir que tienes un revoltijo de fruiciones a tus pies; emperatriz, magnificencia, deidad, musa, majestad, numen, estro...

...Y he empezado a llorar. Portentosamente, extraordinariamente precioso. He llorado previamente, durante y en el justo momento de acabar un orgasmo. Nunca fue la primera ni última vez que la oxitocina se convierte en una droga llena de sortilegio.




viernes, 27 de noviembre de 2015

DOS OPCIONES.


D e s e s p e r a d a m e n t e 
tenía dos opciones para probar mi suerte: Jugar a la ruleta rusa, o, confiar en algún adivinador agraciado que ha obtenido el fruto del “don divino”.
Llegamos a un sitio lo suficientemente ocultista, indescifrable y de aspecto ilegal. Muchas mujeres que decidieron acompañarme hacían a la clarividente incógnitas preguntas sobre su vida; yo, aun me encontraba intranquila y exaltada, puesto que la preocupación que me agobiaba era severa.
Cuando sin decirle nada a la clarividente empezó a divulgar secretos de mis conductas cotidianas, en su entrecejo comenzó a brotarse un círculo de color rojo intenso, y fue ahí, que pude comprender que se trataba de la manifestación del tilaka; adorno corporal de procedencia hindú, símbolo de la sangre, la fuente de vida y energía, que también provee intuición, fuerza y conocimiento. Ella concluyó denominándolo como la exhibición del embrión, pero aun así no podía precisar si dentro de mi cuerpo ya navegaba y palpitaba un corazón.
Prontamente, sentí mi cuerpo incontrolado por la hipnosis con la que ella me dominó sin yo poderme refugiar. Cuando volví en sí, toda mi periferia se había transformado a la equivalente perspectiva de un planeta futuro y evolucionado; cielo de tonos azules loables, perros callejeros que pasaban por la calle caminando en dos patas, pájaros ciegos que podían navegar con confianza a través del viento.
El consejo a la solución de mi desasosiego también se basaba en dos opciones; encontrarla conociendo a mi cuerpo de afuera hacia adentro o buscando alteraciones científicas.