¡Hace tanto que es invierno!
Días perennes de lluvia y de aquel afán por resguardarse en algún emplazamiento...
Sin embargo hoy no.
Hoy quiero que el exceso de tempestad hecha agua se urda en mí. Quiero deplorarme mientras camino bajo ella; sin preocupación, sin alteración, sin desperdicios. Solo estar.
Sosegación profunda en medio del ruido natural. Inhalar limpieza una vez más, para luego, retomar realidades calmadas; yendo a casa, retirarme la ropa, secarme, esconderme en la túnica, tomarme un chocolate caliente... la luz sepia, acurrucarse cerca a la ventana... junto a las plantas.
Futurizar lo indeleble, pero transmutable.