Encuentra una vergüenza incómoda, en el preciso comienzo, de querer hablar sobre el lugar más desolado de la sociedad. Desear pronunciarlo con esos labios aflijidos y tímidos mientras una terrible artimaña se cruza, evitando que se libere cualquier existencialismo capturado dentro de su cuerpo.
Se conceptualiza peor con las notificaciones pintorezcas sobre coartadas y nuevas estrategias de invasión Rusa, abriendo tercer frente de ataque en Ucrania.
Sabe poco de nada, y es decir suficiente, en vez de contener aquellas malas ideas, fijando la vista ante aquellas azules arterias radiales que resaltan en su piel blanca. Admirable que la esencia del cuerpo se aprecie de forma factible reemplazando cualquier cadáver en la franja de Gaza.